Hoy experimenté algo particular que espero también te sirva a ti, como me sirvió a mí.
Como habrás leído en mi historia, aquí en Suiza somos tres para todo: Paloma, David y yo, Silvia. Muchas veces ocurre que mi pareja tiene la oportunidad de ir a una cena, una salida con amigos, y yo me quedo al cuidado de nuestra hija. Es algo que entiendo, algo lógico, pero dentro de mí se revuelve un malestar, un dolor sutil. Algo que no terminaba de procesar… y no sabía por qué.
Luego, cuando él regresaba a casa, solíamos discutir. Yo tenía algo que decir, algo que sacar. Había enojo, un desequilibrio interno que no lograba nombrar.

Hoy, por fin, lo entendí.
Me detuve y me pregunté:
— ¿Qué siento cuando esto ocurre?
— Algo como dolor. Como una injusticia.
— ¿Dónde lo siento?
— En el corazón.
— ¿Qué más siento?
— La respiración se me vuelve lenta, como suspendida.
Y entonces llegó la gran pregunta:
— ¿Cuándo he sentido esto antes?
Bingo, Lo había sentido cuando mi papá salía de casa y no regresaba hasta tarde. Mi mamá, sola con cuatro hijos, lo necesitaba. A veces era por una emergencia, a veces, simplemente, por no sentirse sola. Seguramente la escuché quejarse, llorar, sentirse desbordada.
Y entonces me pregunté:
— ¿Pero por qué yo me siento así ahora, si mi pareja está siempre presente con nuestra hija y conmigo? Es un padre excepcional. Tiene todo el derecho del mundo a salir, a disfrutar la compañía de otras personas, o de estar un rato solo, si le apetece.
Y ahí lo vi con claridad:
Esto no es mío. Esto es de mamá.
Entonces, interiormente, le dije:
“Mamá, esto lo dejo contigo, porque es tuyo. No me pertenece.”
Es increíble la cantidad de programaciones que habitan en nuestro subconsciente, y cómo las seguimos repitiendo sin darnos cuenta… hasta que, un día, rompemos el patrón.
Cada vez me admiro más de lo importante que es tomar decisiones en libertad, sin automatismos. Esta vez, frente a la misma situación, no me enojé, no me alteré ni nada por el estilo. Esta vez, estuve en paz con mi alma, por primera vez.
Hoy me sentí libre. Y me acerqué un poquito más a esa versión evolucionada de mí misma.
2 respuestas
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Gracias por comentar!