En mi andar, la vida ha puesto delante de mí a muchos maestros, a quienes agradezco de corazón todas sus enseñanzas. Uno de ellos fue Percy García, mi profesor de Hatha Yoga y de otros cursos de bienestar.
Percy llegó a mi vida en un momento en el que necesitaba respuestas. Necesitaba una guía sobre el nuevo camino que tenía por recorrer. Sus enseñanzas me dieron una nueva perspectiva, y mi corazón decía: por aquí es.
Entre todas sus lecciones, nos compartió muchos mantras, pero hubo tres que quedaron grabados en mí y me han acompañado desde entonces:
Mantra 1: No importa lo que suceda, todo va a estar bien
Este mantra me da paz en los momentos en los que siento que todo se tambalea. Me acompaña y me recuerda que todas las experiencias tienen un propósito. Todo sucede para nuestra evolución.
Mantra 2: Eres digno de amor
Este mantra me recuerda que ninguna experiencia debe hacerte olvidar que eres digno de amor, simplemente por el hecho de existir. No necesitas hacer absolutamente nada para que te amen. Y el primero que debe amarte, pase lo que pase, eres tú.
Mantra 3: Todo lo que necesito está dentro de mí
Este mantra me da la confianza para creer en mí. Me recuerda que soy un ser único, con dones y talentos que merecen salir a la luz.
Sobre este mantra, Percy un día nos leyó un poema de Marianne Williamson que quiero compartir contigo:
Nuestro miedo más profundo
Nuestro miedo más profundo no es el de ser inapropiados.
Nuestro miedo más profundo es el de ser poderosos más allá de toda medida.
Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta.
Nos preguntamos: ¿Quién soy yo para ser brillante, precioso, talentoso y fabuloso?
Más bien, la pregunta es: ¿Quién eres tú para no serlo?
Eres hijo del universo.
No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.
Nacemos para poner de manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros, como lo hacen los niños.
Has nacido para manifestar la gloria divina que existe en nuestro interior.
No está solamente en algunos de nosotros: está dentro de todos y cada uno.
Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.
Y, al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás.
Los años que compartí con Percy me permitieron conocer a personas maravillosas. Aunque ya no estemos en contacto, le envío mucha luz y amor.
Espero, de corazón, que esta entrada haya tocado también tu corazón.
